La
semana pasada mi padre cogió una especie de resfriado-catarro durante el fin de
semana. Mi madre y yo estuvimos cuidándole a ver si no era nada, pero no se le
pasaba. Empezó a tener una tos bastante desagradable que no sonaba nada bien
por lo que, después de darle un jarabe que no le hacía efecto, fue al médico.
Cuando
llegó a la consulta para coger cita se la dieron para dentro de una semana, por
lo que, o ya estaba medio muerto o se le había pasado. Al final optó por ir a
las urgencias de por la tarde para que le suministraran un jarabe en
condiciones. Cuando llegó la noche, resulta que el jarabe que le había dado el
médico le producía más tos, así que ni él pudo dormir por la tos, ni mi madre y
yo por el ruido.
Al
día siguiente mi padre volvió a ir otra vez a las urgencias para que le
recetaran otro medicamento que le produjera menos tos y lo consiguieron. Le
dieron un antibiótico y ya se le fue pasando.
Lo
que he querido explicar en esta entrada y lo que más nos llamó la atención a mi
familia y a mí es que le dieran cita para una semana más tarde.
Esto
ocurre porque hay médicos que tienen muchos pacientes y no se reparten en
condiciones con los otros médicos del centro que tienen muchos menos enfermos.
También
están las personas que van al médico por ir sin tener un problema serio. A esto
me refiero a que si me duele un poco la cabeza tengo que ir al médico como sea.
De
todas maneras este es un tema bastante difícil y lo importante es que mi padre
se recuperó favorablemente sin ninguna
complicación.